¿Por qué todo el mundo habla de consultoría y start-ups? Una experiencia desde adentro
Santiago Donado
Al empezar nuestras carreras profesionales, muchos de los que venimos de un background de negocio (sea administración de empresas, economía, ingenierías u otras carreras afines) nos hemos visto últimamente con un abanico de opciones entre los cuales suelen estar dos caminos bastante comunes: consultoría y start-ups. Claro, hay más opciones y el abanico es mucho más amplio que solo esto, pero por lo general, estas son dos opciones que todos consideramos, y tal vez incluso consideramos más seriamente que muchas otras. ¿Por qué? Me atrevo a decir que se debe fundamentalmente a un factor de moda, pero es un factor de moda que está bien fundamentado en los grandes beneficios profesionales que tiene cada camino.
En mi corta trayectoria profesional, he tenido la fortuna de trabajar en los dos. Mi experiencia en estos dos mundos me ha mostrado de primera mano el universo de aprendizajes que hay para explotar en cada uno y he podido confirmar por qué son la elección de muchos al empezar una carrera profesional. Sin lugar a dudas, al trabajar en consultoría y en el mundo start-up se desarrolla una visión de negocio integral y crítica, y considero que esto es lo que más puertas abre en el camino profesional.
Empecemos hablando de la consultoría, y enfocaré esto en el mundo de consultoría que yo viví: MBB (McKinsey, Bain & Company, BCG). El mundo de MBB tiene muchas cosas atractivas para un profesional: vas a trabajar diariamente en un equipo lleno de personas muy inteligentes, vas a trabajar con las empresas más grandes de la región, y conocerás sobre muchas industrias diferentes (energía, retail, consumo, banca, aviación, etc) y también sobre muchas funciones (pricing, operaciones, análisis de inversiones, estructura organizacional, etc). Además de eso, seguramente tendrás la oportunidad de viajar y conocer lugares nuevos, y ciertamente tendrás muchas comodidades que a cualquiera le caen bien (muy buen salario, salidas a restaurantes espectaculares, eventos sociales y más).
Pero para mí, habiendo mencionado todo esto todavía no he llegado a lo mejor que tiene para ofrecer la consultoría. En mi experiencia, lo mejor que tiene la consultoría es el aprendizaje que yo llamo transversal, es decir que aplica a cualquier situación de negocio. Este aprendizaje transversal tiene, para mí, 3 pilares: priorizar, estructurar y comunicar.
En consultoría se aprende a priorizar problemas. Las compañías que contratan consultoras tienen un universo de problemas por resolver o situaciones por mejorar, y todo buen proyecto de consultoría empieza por entender cuál es el problema donde una buena solución traería más impacto positivo. Y esto aplica para el problema grande que se está tratando de solucionar, y más importante aún, para todos los sub-problemas dentro de ese gran problema. Aprender a hacerse siempre la pregunta de “¿qué va a tener más impacto?” es para mi el primer gran aprendizaje de consultoría.
Cuando uno ya sabe (o, por lo menos, cree saber) qué es lo que más impacto podría tener, sigue el proceso de estructurar el problema. Este es el segundo aprendizaje. Estructurar un problema es entender sus partes y saber verlo como un sistema MECE (palabra que todo consultor conoce y significa: mutually exclusive, collectively exhaustive). Desmenuzar un problema y entender todas las posibles ramas que este tiene es parte fundamental antes de siquiera empezar a pensar en una solución.
El último paso es saber comunicar esa solución a la que se llega al final. Y esto es muchísimo más importante de lo que uno piensa. Una solución perfecta mal comunicada (es decir, nadie te entendió nada, o te entendieron todo lo contrario) no es otra cosa que trabajo y tiempo perdido, porque eso no va a ir a ningún lugar. No solo eso, en consultoría nuestros clientes son personas en altos rangos de la compañía, con tiempo muy limitado. Entonces hay que explicar el trabajo de dos semanas en una hora. Y en esa hora está la clave del éxito. En consultoría nos gusta hablar de contar una historia, y creo que es una explicación perfecta. Comunicar la solución a un problema no es más que contar una buena historia (con varios modelos de Excel por detrás).
Sólo 3 años después de entrar en consultoría, decidí saltar al mundo start-up. En su momento, apostarle al mundo start-up no fue por otra cosa que por hacer algo diferente a la trayectoria típica de un consultor. Hacer algo diferente probablemente puede ponerme en una posición ventajosa al momento de aplicar a un MBA, era lo que yo pensaba. Así que cuando se abrió la oportunidad de lanzarme a este mundo nuevo, mis ojos brillaron. Tengo que admitir que en su momento no tenía ni idea de en qué me estaba metiendo, “algo diferente” era lo único que tenía en mi cabeza y eso fue, de manera bastante arriesgada viendo hacia atrás, suficiente para tomar la decisión.
La transición de MBB a un early stage start-up es fascinante. En principio todo es completamente diferente. El primer momento de pensar “en qué me estoy metiendo” fue incluso antes de dar el salto, cuando fui a las oficinas para una entrevista y conocer al equipo. La oficina era del tamaño de apenas una de las muchas salas de reuniones que tenía la oficina de BCG, y la mayoría de las sillas para sentarse a trabajar eran de plástico. Además, había solo 5 personas en la oficina. Fue un primer choque que rápidamente pasó a segundo plano. Hablar con la fundadora y las otras personas que estaban ahí me mostró en qué me estaba metiendo de verdad: no en una oficina pequeña con sillas de plástico, sino en un reto de crear algo nuevo que iba a impactar positivamente el mundo de miles de latinoamericanos.
Una vez entré al mundo start-up, mi primer aprendizaje llegó bastante rápido: un documento de power point no es siempre la mejor forma de atacar un problema. Mi primer (y último) documento de power point me mostró que yo ya estaba en un mundo completamente nuevo, donde para atacar un problema había que ejecutar y demostrar impacto, y no tanto empezar por un buen power point. Ojo, esto no quita los aprendizajes de consultoría (priorizar, estructurar y comunicar), pero sí quitó el intermediador documento de power point. Entonces creo que el aprendizaje real fue: la magia está en la ejecución. Planes que suenan bien requieren de ejecución para terminar bien, y con mi experiencia puedo decir que ejecutar es muchísimo más difícil (e importante) que planear.
Ahora, para ejecutar, el equipo lo es todo. Excelentes ideas que no tienen quién las ejecute con compromiso y con estructura no llegan a ningún lado. En consultoría construimos estrategias y planes de acción muy detallados, pero desafortunadamente muchas veces sin llegar a considerar quiénes lo van a ejecutar. En el mundo start-up ese sería el primer error. Un excelente equipo es capaz de todo, un excelente plan no. Se empieza por el equipo. Y como en una start-up se trata de crear, un excelente equipo está compuesto por creadores. Trabajar con creadores logra un ambiente de trabajo de muchísima creatividad y logros, pero también de muchos errores.
Ahí está mi último gran aprendizaje: no hay nada de malo en cometer errores, y no solo eso, hay que aprender a querer nuestros errores, porque es de los errores que más se aprende. En el mundo start-up aprendí que eso no es ningún cliché, es una realidad. Un error es la mejor oportunidad para aprender. ¿Qué salió mal? ¿Por qué salió mal? Contestar esas preguntas son las que llevan a construir soluciones cada vez mejores, a evolucionar. Si todo nos saliera bien la primera vez, estoy seguro de que como humanidad no habríamos llegado a lo que somos hoy.
Creo que en el camino profesional, la mezcla de consultoría más start-up es probablemente de las más enriquecedoras experiencias que se pueden tener. Como todo en la vida, no todo es para todas las personas porque todos somos diferentes, así que no digo que esto sea una regla general para todos. Además, no llegamos ni a hablar de las partes menos agradables de estos mundos. Pero hay muy buenas probabilidades de que tras un paso por consultoría y start-ups, salgas con capacidades que ni siquiera sabías que podías desarrollar, y que hayas abierto puertas que ni siquiera sabías que existían. Y por esto todo el mundo habla de consultoría y de start-ups.